Espiritismo y Kardecismo
Publicado en F.E. 95 – Enero/Marzo 2000
I.- ESPIRITISMO

En
la presentación de sus estudios sobre el Espiritismo, realizados a
partir de 1854, adoptó el seudónimo de ALLAN KARDEC; ello fue por
indicación de una comunicación mediúmnica recibida, en la que se le dijo
que era el nombre que había tenido en una existencia anterior, entre
los antiguos druidas, herederos de la tradición celta en la Galia
(Francia), Bretaña e Irlanda, que ya creían en la inmortalidad y la
transmigración de las almas.
Veamos algunas de las consideraciones iniciales de Kardec:
En sus “Obras Póstumas”
-recopiladas y publicadas en 1890 por Pierre-Gaetan Leymarie- en su
segunda parte (Previsiones acerca del Espiritismo), capítulo inicial “Mi
primera iniciación en el Espiritismo”, expresó:
“Era
en 1854 cuando oí hablar por primera vez de las mesas giratorias (...)
Presencié también algunos ensayos bastante imperfectos de escritura
medianímica sobre una pizarra con ayuda de una cestita (...)
“Apliqué
a esta nueva ciencia, como había hecho con toda otra: el método de la
experimentación. Observé atentamente, comparé, deduje las consecuencias;
de los efectos quise remontarme a las causas por la deducción y el
encadenamiento lógico de los hechos (...)
“Uno
de los primeros resultados de mis observaciones fue el darme cuenta de
que los espíritus, no siendo otros que las almas de los hombres, no
poseen ni la soberana sabiduría ni la soberana ciencia; que su saber era
proporcionado a su progreso, y que su opinión no tenía más valor que el
de una opinión personal. Esta verdad, reconocida desde el
principio, me preservó del grave escollo de creer en su infalibilidad y
de formular prematuras teorías sobre la palabra de uno solo o de varios
de ellos.
“(...)
Observé que cada Espíritu, en razón de su posición personal y de sus
conocimientos, desenvolvía ante mí una fase. (...) El observador ha de
formar opinión a la vista de las impresiones o documentos recogidos aquí
y allá; ha de seleccionarlos, coordinarlos y contrastarlos unos con
otros, y esto mismo fue lo que yo hice.
“Procedí
con los Espíritus como hubiera procedido con los hombres; me sirvieron,
desde el más pequeño al más grande, como medios de estudio, nunca como reveladores predestinados.
“De este modo, más de diez médiums me prestaron su concurso para este trabajo.
“Después
de la comparación y de la fusión de todas las respuestas, coordinadas,
clasificadas, y muchas veces sometidas a examen en el silencio de la
meditación, fue cuando me decidí a formar la primera edición de “El
Libro de los Espíritus”, que vio la luz el día 18 de Abril de 1857.
“Tales
son las disposiciones con que empecé y continué mis estudios
espiritistas: observar, comparar y juzgar desapasionadamente todos los
hechos (...)”
Muchos son los espiritistas que todavía no tienen en cuenta todas estas consideraciones de Kardec.
*
La
primera edición de “El Libro de los Espíritus” constaba de 24 capítulos
con 501 preguntas y sus correspondientes respuestas, obtenidas entre
1855 y primeros de 1857. Una “Introducción”, un “Prolegómenos” y un
“Epílogo” completaban la Obra.
La
segunda edición y definitiva, en cuanto al texto, -(pues a partir de
ella se han publicado innumerables ediciones por diversas Editoriales)-,
apareció el día 18 de Marzo de 1860, muy ampliada: constaba de 29
capítulos con 1.018 párrafos (preguntas y respuestas), con múltiples
comentarios y explanaciones de Allan Kardec. También figuraba en esa
segunda edición una “Introducción”, un corto “Prolegómenos” y una
“Conclusión”.
En el primer apartado de la “Introducción”, expresa: “Para las cosas nuevas se necesitan palabras nuevas”.
Y sigue en consideraciones entre la distinción entre “Espiritualismo” y el “Espiritismo”. Y termina ese Apartado I, con:
“El
Libro de los Espíritus contiene como especialidad, la doctrina
espiritista, y como generalidad, se asocia a la doctrina espiritualista.
Por esa razón se ve en la cabecera de su título la frase: FILOSOFIA
ESPIRITUALISTA.”
*
Siguiendo con “El Libro de los Espíritus” (Libro II, Cap. V: Consideraciones sobre la pluralidad de existencias), hacia el final del largo párrafo núm. 222, expresa Kardec:
“Si
nosotros, como otros muchos, hemos adoptado la opinión de la Pluralidad
de existencias, no es sólo porque procede de los espíritus, sino porque
nos ha parecido la más lógica, y porque únicamente ella resuelve
cuestiones hasta ahora insolubles (...)
“De
la misma manera, y aunque procedente de los espíritus, la hubiéramos
rechazado, al habernos parecido contraria a la razón; como hemos hecho
con muchas otras opiniones; porque sabemos, por experiencia, que no
debemos aceptar todo lo que de ellos procede, como no debemos aceptar
todo lo que de los hombres proviene.”.
Esto
es, por desgracia, de lo que algunos o muchos espiritistas todavía no
se dan cuenta; quedando deslumbrados frente a determinados textos y
“firmas del Más Allá”.
*
En su última obra “La Génesis, los Milagros y las Predicciones” (ediciones 1868 y 1869), Cap. I “Caracteres de la revelación espiritista”, párrafo. 45, nota 1, Kardec dice:
“Nuestro
papel personal en el gran movimiento de las ideas que se prepara por el
Espiritismo, y que ya principia a operarse, es el de un observador
atento que estudia los hechos para investigar su causa y sacar de ella
las consecuencias. Nosotros hemos confrontado todo lo que nos ha sido
posible recoger; hemos comparado y comentado las instrucciones dadas por
los Espíritus en diversos puntos del globo, y después coordinado todo
metódicamente; en una palabra, hemos estudiado y dado al público el
fruto de nuestras investigaciones; sin que atribuyamos a nuestro trabajo
otro valor que el de una obra filosófica deducida de la observación y
la experiencia, sin habernos llamado nunca “jefe de doctrina”, ni haber
querido imponer nuestras ideas a nadie. (...)
II.- DEFINICIONES Y PRECISIONES
En ¿Qué es el Espiritismo”, Preámbulo, Kardec definió:
“El
Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino
de los espíritus, y de sus relaciones con el mundo corporal.
“El
Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina
filosófica. Como ciencia práctica consiste en las relaciones que pueden
establecerse con los Espíritus; como doctrina filosófica, comprende
todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes
relaciones.
En “Obras Póstumas”, artículo “Breve contestación a los detractores del Espiritismo”, Kardec expresa:
“El
Espiritismo es una doctrina filosófica que tiene consecuencias
religiosas como toda filosofía espiritualista, y por esto mismo toca
forzosamente las bases fundamentales de todas las religiones: Dios, el
Alma y la Vida futura; pero no es una religión constituida, dado que no
tiene culto, rito ni templo; y que entre sus adeptos ninguno ha tomado
ni recibido título de sacerdote o sumo sacerdote. Estas calificaciones
son pura invención de la crítica.
“Se es espiritista por el solo hecho de simpatizar con los principios de la doctrina y de conformar a ella la conducta.
“El
Espiritismo combate el principio de la fe ciega, pues ésta exige del
hombre la abdicación de su propio juicio, y dice que toda fe impuesta
carece de raíz.
*
“El
Espiritismo, marchando con el progreso, nunca será desbordado ni
quedará rezagado; porque si nuevos descubrimientos le demostraran que
está en el error en un punto dado, se modificará en este punto, y si una
nueva verdad se revelara, la aceptaría” (“La Génesis”, Cap. I, núm. 55).
“La doctrina de Allan Kardec, nacida –(nunca se insistirá bastante)-
de la observación metódica y de la experiencia rigurosa, no puede
considerarse como un sistema definitivo, inmutable, fuera y por encima
de las conquistas de la Ciencia. Resultado combinado de los
conocimientos de dos mundos -(el mundo espiritual y el mundo material)-
de dos humanidades que se compenetran la una a la otra, pero que son
ambas imperfectas, y que ambas caminan hacia la verdad y hacia lo
desconocido, la doctrina de los Espíritus se transforma sin cesar por el
trabajo y el progreso, y aunque superior a todos los sistemas y a todas
las filosofías del pasado, permanece abierta a las rectificaciones, a
los esclarecimientos del porvenir.” (“Después de la Muerte”, 1890, de Léon Denis, Cap. XX).
III.- ESPIRITISMO Y KARDECISMO
“Se dice: la filosofía de Platón, de Descartes, de Leibnitz; pero no se dirá
“la doctrina de Allan Kardec”; y esto es cuerdo, porque ¿qué peso
ha de tener un nombre en cuestión tan grave?”
“Qué es el Espiritismo”,
Diálogo II, Subcap. “Elementos de Convicción”
¿Por
qué, pues, en ocasiones, se usa –y usamos- la denominación de “Doctrina
kardecista”, “Kardecismo”, o “Espiritismo kardecista”?
¿No
es esta última expresión -(Espiritismo kardecista)- un pleonasmo, una
redundancia, una adjetivación innecesaria? Ciertamente; pero alguna
razón habrá para usar en ocasiones de esa adjetivación.
En
efecto: ello es debido a que al margen del ESPIRITISMO, formulado por
Kardec en sus Obras, con el tiempo han ido apareciendo diversas
“corrientes de Espiritismo”, corrientes más o menos paralelas,
divergentes, del ESPIRITISMO: tales como el Roustainguismo
(Jean-Baptiste Roustaing), el Ubaldismo (Pietro Ubaldi), el Trincadismo
(Joaquín Trincado), el Deísmo Cristiano (Pedro Vallejo, en Barcelona),
etc. (De alguna de estas “corrientes” se trató, hace tiempo, en estas
páginas de Flama Espirita).
Por
ello, frente a tal situación no tenemos otra opción que
autodenominarnos y precisar, en ocasiones, que somos ESPIRITISTAS
KARDECISTAS, o simplemente KARDECISTAS.
*
Emmanuel,
uno de los espíritus “religiosos” -digámoslo así- que ha dado tantos y
tantos mensajes a través del médium brasileño Francisco Cándido Xavier,
ha dicho en alguna ocasión, palabra más, palabra menos:
“Si yo os digo algo contrario a lo dicho por Kardec, creed a Kardec y no a mí”
Pero
no se trata de “creer” o “no creer” a Kardec. Kardec nunca presentó –lo
hemos visto en esas páginas anteriores- su enseñanza como “infalible”,
como un “dogma de fe”, similar a los “dogmas religiosos”. Kardec, sí,
nos orientó sobre las características de su trabajo en el “advenimiento
del ESPIRITISMO”.
“Ser
Kardecista, no puede significar adopción de las Obras del Maestro como
catecismo sagrado o como recetario de verdades absolutas y eternas. La
solidez de la Obra de Kardec reposa en que ella conjuga e integra una
cuidadosa observación científica de los hechos, el empleo de la más
severa interpretación lógica y racional, la excelencia didáctica, así
como también la más sublime y preciosa orientación del mundo espiritual.
Todo ello, dentro de una pieza homogénea, susceptible de ulteriores
desarrollos y perfeccionamientos, a tono con el progreso científico y
cultural. (Jon Aizpúrua, en
el Prólogo a la edición española de “Espiritismo Dialéctico”, de Manuel
S. Porteiro, Edicomunicación, S.A., Barcelona 1990). ◙
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