MARLENE NOBRE
En
los envoltorios sutiles, reside la verdadera causa de las enfermedades.
Somos herederos de nuestras acciones pasadas, tanto buenas como malas.
El
Karma o “cuenta del destino creada por nosotros mismos” está impreso en
el cuerpo causal. Esos registros fluyen hacia los demás cuerpos y
terminan determinando el equilibrio o el desequilibrio de los campos
vitales y físicos.
No
todos los desequilibrios físicos, sin embargo, son originarios de
cuentas kármicas (pasadas); aunque reflejen el estado espiritual del
individuo, son generados por su conducta actual. Los vicios de la mente,
conocidos como egoísmo, orgullo, vanidad, tiranía, pereza, etc., son
causas de múltiples dolencias, porque constituyen el móvil de nuestras
acciones.
El
Benefactor Espiritual Clarencio resalta: “Cuando nuestra mente, por
actos contrarios a la Ley Divina, perjudica la armonía de cualquiera de
esos soportes de fuerza de nuestra alma, naturalmente se esclaviza a los
efectos de la acción desequilibrante, obligándose al trabajo de
reajuste.
Tal
sea el vicio del pensamiento, tal será la desarmonía en el centro de
fuerza, que reacciona en nuestro cuerpo, a esa o aquella clase de
influjos mentales”.
Según
los Instructores Espirituales, hay dos dolencias que pueden acometer al
periespíritu y que están en la base de muchas patologías psicofísicas:
• La Adinamia es la hipotensión en el movimiento circulatorio de las fuerzas que mantienen el cuerpo espiritual; resulta del remordimiento.
• La Hiperdinamia es el estado de hipertensión en el movimiento circulatorio de fuerzas; resulta de los delirios de la imaginación.
Existen muchas otras, pero, para nosotros, aún es un campo prácticamente desconocido.
Cuando
sean descubiertas las tecnologías que nos posibilitarán el examen
profundo de los envoltorios sutiles y de los chacras, la Medicina
cambiará radicalmente, porque trabajaremos mucho más de forma
preventiva, evitándose, así, las intervenciones quirúrgicas alargadas,
muy invasoras, que son realizadas en el presente, aun los grandes
progresos ya alcanzados en esa área.
Los
médicos tendrán la oportunidad de conocer, con detalles, la fisiología
transdimensional, comprendiendo mejor el modo como se mezclan los varios
envoltorios, para auxiliar mejor en la manutención de la higiene
mento-física de sus pacientes.
Vamos
a dar algunos ejemplos prácticos, correlacionando dolencias congénitas o
de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles:
Conforme vimos hay ejemplos prácticos que correlacionan dolencias
congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos
sutiles
Prácticamente
todas las molestias tienen sus raíces en el periespíritu. Aún que esté
aparentemente saludable, una persona puede traer, en sus Centro de
Fuerza o Chacras, disfunciones latentes, adquiridas en esta o en otras
vidas, que, más tarde o más temprano, surgirán a la superficie en el
cuerpo físico, bajo la forma de dolencias más o menos graves, conforme
la extensión de la lesión y la posición mental del deudor.
El Profesor Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, EUA, presenta en dos volúmenes del libro Reincarnation and Biology,
entre los 2.600 casos investigados, los de las marcas de nacimiento y
defectos congénitos, elucidándolos con el estudio de las vidas pasadas.
Para comprender mejor el porqué de las dolencias y del sufrimiento humano, busquemos las lecciones del Instructor Clarencio:
“Las
molestias conocidas en el mundo y otras que aún escapan al diagnostico
humano, persistirán por mucho tiempo en las esferas torturadas del alma,
conduciéndonos al reajuste.
El
dolor es el gran y bendito remedio. Nos reeduca la actividad mental,
reestructurando las piezas de nuestra instrumentación y puliendo los
envoltorios anímicos de que se vale nuestra inteligencia para
desarrollarse en la jornada hacia la vida eterna.
Después
del poder de Dios, es la única fuerza capaz de alterar el rumbo de
nuestros pensamientos, compeliéndonos a indispensables modificaciones,
con vistas al Plano Divino, a nuestro respecto, y de cuya ejecución no
podemos huir sin graves perjuicios para nosotros mismos”.
El Alma de la Materia
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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